El nombramiento de Luís Sojo como manager de la selección venezolana que irá a la segunda edición del World Baseball Clasic, ha arrastrado polémica. Era lógico. No pocos querían “un cambio” (si es que se puede decir esto de un equipo que se reúne una vez cada 3 o 4 años, y que ciertamente carece de la continuidad de otro tipo de selecciones, como las de fútbol o baloncesto, por ejemplo), y creo casi todos recordamos (algunos incluso con dolor) como se maltrató la primera experiencia del torneo con un grupo de peloteros y técnicos que no dieron la cara sino mucho tiempo después.
Pero las circunstancias hoy en día son distintas. En aquella ocasión, todo estaba dado para que David Concepción fuera el timonel del equipo, y no lo fue por una maniobra publicitaria de gente que hoy (Gracias a Dios) permanece fuera de la organización del combinado nacional. Ahora, Sojo ha sido parte de un proceso en el cual hubo una lista de candidatos que fue depurada hasta llegar a él y Alfredo Pedrique como los dos “finalistas”, casi como si de un Miss Venezuela se tratase, digo, por el drama donde solo falta la frase “si la ganadora no puede cumplir con la responsabilidad, la primera finalista será la que tome su lugar, etc…”
Sojo además es ahora un manejador diferente al de 2006. Primero, es manager a tiempo completo, no esa figura despreciable del “manager-jugador” (o eres chicha, o limonada, la “limochicha” no existe), que no tiene la cabeza ni dentro ni fuera del terreno, prácticamente en un limbo. Luego, supo manejar a un equipo en problemas como Cardenales de Lara, que no contaba con grandes figuras en el papel y se los llevó hasta la final del torneo pasado de la LVBP, demostrando criterio para manejar sus lanzadores, y buenas capacidades como técnico, sobre todo, sabiendo mantener motivado al grupo.
El petareño además, en sus primeras declaraciones, dice haber aprehendido de los errores del pasado, y evitará repetir los viejos vicios (compadrazgos, amiguismos, dejar que otros decidan por él, imponer sus criterios a jugadores y demás personajes que rodean al equipo), y dice contar con el aval de la directiva del equipo nacional para conseguir una serie de encuentros preparatorios que pudieran ser sumamente útiles para llegar a tono.
Este nombramiento no sorprende. No es producto de una rosca, ni de un ardid publicitario (como si lo fue en 2006), fue producto de un proceso de evaluación donde al final (gústenos o no) Sojo resulto mejor que los demás. Ahora solo queda esperar a que de verdad se haga reflexión sobre los errores del pasado, se erradiquen los viejos vicios que tanto daño le hacen a nuestras aspiraciones (empezando por el exacerbado triunfalismo de todos, medios, jugadores, técnicos y aficionados), y empujemos todos del carro, juntos, sin mezquindades (ojo Magglio, es contigo), porque este es nuestro manager y de su éxito dependerá que lo hagamos bien o mal en el Clásico Mundial de 2009.
martes, 5 de agosto de 2008
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